Fundamentos del diagnóstico
- Escisión quirúrgica del tejido afectado, con identificación microscópica del parásito.
- Quistes frecuentemente calcificados presentes en radiografías o tomografías computarizadas (TC).
- Serología positiva que indica exposición previa a T solium.
- Aspiración con aguja fina de los quistes (citomorfología característica).
Consideraciones generales
La cisticercosis está causada por la invasión de tejido por las formas larvarias de T solium, que se han denominado Cysticercus cellulosea, aunque el nombre no es taxonómicamente correcto e introduce confusión. En un hospedador infectado por el T solium adulto, los huevos o proglótides se eliminan en las heces. Una vez que los huevos o proglótides son ingeridos por cerdos (hospedadores intermediarios) o humanos (hospedadores definitivos e intermediarios), los huevos eclosionan en el jugo gástrico, permitiendo que el cisticerco migre desde el intestino a sitios diseminados, a través de vénulas mesentéricas eferentes. La autoinfección también puede ocurrir en humanos, donde los huevos producidos por el gusano intestinal adulto eclosionan e invaden el epitelio intestinal.
En España, esta infección se asocia principalmente al consumo de carne de cerdo poco cocinada, aunque la autoinfección puede producirse si una persona ingiere los huevos del parásito. A pesar de ser menos frecuente que en países con normas sanitarias menos estrictas, la cisticercosis sigue siendo motivo de preocupación en algunas zonas rurales de España, donde las prácticas de consumo de carne de cerdo podrían aumentar el riesgo.
Investigaciones recientes, en particular del Centro Nacional de Epidemiología, indican que el número de casos de cisticercosis ha disminuido significativamente en España en los últimos años. Este descenso se atribuye a mejoras en la higiene, un mejor control veterinario y una educación sanitaria pública eficaz. Sin embargo, la cisticercosis sigue siendo una causa importante de morbilidad neurológica. La infección puede provocar complicaciones graves, como hidrocefalia, meningitis y daños neurológicos permanentes, especialmente cuando afecta al cerebro.
Hallazgos clínicos
Signos y síntomas
Los síntomas asociados a la cisticercosis están relacionados con el órgano invadido por los cisticercos y con la reacción inflamatoria que se produce en respuesta a la larva. En el cerebro, la cisticercosis puede causar aracnoiditis o meningitis crónica, con cefalea, vértigo, vómitos y neuropatías craneales asociadas. Otras formas de presentación incluyen hidrocefalia obstructiva con ataxia y demencia, vasculitis intracraneal con signos neurológicos focales y cambios neuropsiquiátricos, o efecto de masa con convulsiones, cefalea o déficits neurológicos focales. Además, puede producirse compresión medular con debilidad de las extremidades inferiores y pérdida de la continencia intestinal y vesical. Los quistes fuera del sistema nervioso central suelen aparecer en el músculo, suelen ser asintomáticos y, con el tiempo, mueren, se calcifican y pueden detectarse incidentalmente en las radiografías. Ocasionalmente, los quistes musculares causan pseudohipertrofia que puede asociarse a miositis, fiebre alta y eosinofilia. Los quistes también pueden aparecer en órganos críticos (normalmente el corazón y el hígado), donde se presentan como lesiones masivas con dolor o síntomas obstructivos.
Hallazgos de laboratorio
Los pacientes con cisticercosis pueden presentar una leve elevación del recuento de leucocitos, posiblemente con eosinofilia. En pacientes con meningitis asociada a neurocisticercosis, el examen del líquido cefalorraquídeo puede mostrar pleocitosis linfocítica o eosinofílica, hipoglucorraquia y proteínas elevadas. Recientemente se ha desarrollado una prueba serológica para T solium, pero sus características de rendimiento aún no se han validado. Se han asociado resultados falsos positivos con infecciones causadas por otros cestodos. Una prueba serológica negativa no excluye el diagnóstico de cisticercosis.
Imágenes
Los quistes vivos asociados a la cisticercosis suelen ser múltiples y tienen un aspecto característico en las tomografías computarizadas o en las imágenes de resonancia magnética, tanto los quistes uniloculares con realce como los que no lo tienen. Los pacientes con cisticercosis extraneurológica pueden presentar nódulos subcutáneos indoloros, a menudo en las espinillas, que están calcificados y tienen un aspecto característico en las radiografías simples.
Diagnóstico diferencial
Los pacientes que acuden a consulta por síntomas de infección por T. solium suelen hacerlo por los síntomas neurológicos asociados a la neurocisticercosis. Los síntomas neurológicos más frecuentes son efecto de masa y convulsiones (relacionados con lesiones intraparenquimatosas), hidrocefalia (relacionada con quistes intraventriculares), meningitis crónica (relacionada con quistes subaracnoideos) y compresión medular (debida a quistes de la médula espinal). El diagnóstico diferencial de cada uno de estos síntomas está fuera del alcance de esta discusión, pero la malignidad puede presentarse de forma idéntica, por lo que debe descartarse.
Complicaciones
La cisticercosis visceral también suele ser asintomática, pero puede obstruir estructuras locales (p. ej., obstrucción biliar en la cisticercosis hepática). La neurocisticercosis puede provocar trastornos neurológicos permanentes, coma o incluso la muerte.
Tratamiento
El tratamiento de la cisticercosis incluye la cirugía cuando sea factible y necesaria, en combinación con praziquantel o albendazol (véase el Recuadro 2). La terapia de la cisticercosis suele aumentar la inflamación local, provocando así transitoriamente un empeoramiento paradójico de los síntomas del paciente. Sigue siendo objeto de debate si los corticosteroides deben utilizarse como terapia complementaria en los pacientes tratados por neurocisticercosis.
El tratamiento de la neurocisticercosis en España también implica el uso de medicamentos antiparasitarios como el albendazol y el praziquantel. En algunos casos, son necesarias intervenciones quirúrgicas, sobre todo cuando los quistes se localizan en zonas críticas como el cerebro o los músculos. Aunque la enfermedad puede causar importantes problemas de salud, el pronóstico suele ser favorable cuando la infección se trata con prontitud. La neurocisticercosis no tratada tiene una tasa de mortalidad de alrededor del 50%, pero con un tratamiento adecuado, esta cifra se reduce al 5-15%.
Pronóstico
La tasa de mortalidad de la neurocisticercosis no tratada se aproxima al 50%, pero el tratamiento reduce esta cifra al 5-15%.
Prevención y control
Las directrices para la prevención de la cisticercosis son las mismas que para la prevención de la infección por T solium (Recuadro 3).
La prevención de la cisticercosis en España implica en gran medida garantizar que la carne de cerdo esté bien cocinada, practicar una buena higiene de las manos y promover la mejora de las condiciones sanitarias. El sistema sanitario público español hace hincapié en estas medidas para reducir la incidencia de la enfermedad. Según los expertos del Ministerio de Sanidad español, aunque el número de casos ha disminuido, la cisticercosis sigue siendo preocupante, sobre todo en las regiones rurales. La educación pública y la vigilancia continuas son fundamentales para prevenir los brotes.